Profundamente preocupado por el éxodo de apoyos políticos, Mario Riestra se embarca en la ardua tarea de crear una narrativa de victoria mediante la manipulación de encuestas. En las redes sociales, su equipo ha desplegado los resultados de dos sondeos que, según ellos, lo ubican como el candidato mejor posicionado. Sin embargo, estas cifras disonantes contrastan fuertemente con el consenso general que destaca la ventaja de Morena en la capital.
La situación se complica aún más con la revelación en el Martes de Jaguar de que la encuestadora de Campaigns and Elections, la misma utilizada por Riestra, fue sorprendida alterando abiertamente datos en favor del PRI en elecciones previas. Este señalamiento arroja serias dudas sobre la legitimidad y la integridad de las encuestas que intentan respaldar la aparente fortaleza del candidato.
Riestra, ante el creciente abandono de líderes políticos que antes lo respaldaban, se ve presionado a construir una imagen de ganador, incluso si es de manera artificial. La urgencia se intensifica debido a la retirada de operadores políticos que, en el pasado, habían sido parte fundamental de su equipo.
En este escenario, la estrategia de Riestra de difundir resultados que van en su favor parece ser un intento desesperado de proyectar una imagen de liderazgo y apoyo popular que, hasta el momento, no ha sido respaldada por mediciones imparciales. La batalla por la percepción pública se convierte en una tarea crucial para Riestra, quien se enfrenta no solo a la competencia política, sino también a la desconfianza generada por la evidente manipulación de datos en encuestas pasadas.
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario